Cada embarcación en el delta tiene su historia y a muchos nos gusta observar e imaginar las cosas que habrán sucedido navegando nuestros ríos y arroyos. Cada foto que hago tiene alguna historia en mi imaginación.
Emma, ese botecito amarrado casi todos los días en el mismo lugar, en el Arroyo Gambado y Fulminante, en ese muelle ya destruido por el paso del tiempo. Muchísimas veces pasé remando por ahí y siempre lo observé, lo fotografié y me pregunté de quién será y cuál será su historia. Debe ser uno de los botes que más fotografié.
Vero de Estrada, mi amiga y creadora de ENTRE MUELLES un día encontró a Ricardo "El Chino" volviendo a su casa remando en ese bote. Como ella lleva en su sangre el amor por el delta, no pudo evitar una pequeña entrevista, improvisada, desde su kayak.
Y ahí nos enteramos parte de la historia: el Chino trabaja en el recreo El Alcazar desde hace más de 40 años y a pesar de estar jubilado aún sigue yendo a trabajar (o a vivir, porque todos los días está allá y va a su casa los fines de semana). Es su vida, es isleño, ama ese lugar. Es dueño de "Emma" desde hace varios años luego de habérselo comprado a un compañero.
Según contó, muchas veces se lo quisieron comprar pero nunca lo vendió porque lo necesita remar, para hacer ejercicio ya que fue operado del corazón hace un tiempo atrás. Emma tuvo motor, pero tenía que hacer mucha fuerza para sacarlo y por la operación no podía hacerlo, por eso él siempre prefirió y sigue prefiriendo remar.
Algunas fotos de Emma, como lo conocí:
Hace un tiempo dejé de verlo. Y por unas cuantas semanas no estaba más amarrado en el lugar de siempre. Pensé que no lo iba a ver más, hasta que un día apareció pintado y algo restaurado. ¿Qué les puedo decir? Fue una gran alegría cuando volví a verlo, pero debo reconocer que en el fondo me encantaba verlo con todas esas marcas del paso del tiempo.
Fotos de Emma, luego de la restauración:
¿Y por qué ese nombre?
"Emma es el nombre de mi mamá. Falleció hace años pero por lo menos queda el recuerdo", contó Ricardo con esa mezcla de nostalgia y orgullo.
Estas son las historias de río que me encantan escuchar. Quienes remamos y navegamos amamos nuestros botes, los sentimos, los cuidamos como algo sagrado que es parte de nuestra vidas.
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